«Nada es verdad, ni es mentira…» de Sebastián Urbina

Sábado 16 de noviembre a las 19 h. en la Sala de Música del Casal Balaguer.

Uno de los peligros que acechan a nuestra sociedad, no solamente a la sociedad española sino a la sociedad occidental en su conjunto, es el relativismo. Todos recordarán el famoso dicho ‘Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira’.

Aún si aceptamos que todo depende del ‘cristal con que se mira’, añadiría que no todos los cristales son iguales. De modo que, aún aceptando que hay diversas opiniones derivadas de mirar a través de diferentes cristales, el cristal basado en emociones y sentimientos es menos fiable que el cristal basado en argumentos racionales y hechos contrastados. A estos efectos, recordaré lo que decía el destacado médico español, Gregorio Marañón. ‘Inútil discutir: no se convence a nadie por el razonamiento, sino por la emoción’.

Recordemos que Gregorio Marañón fue miembro de la Real Academia Española como censor, de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Ciencias y de la Real Academia de Medicina.

A pesar de todo, creo que Marañón no tenía toda la razón. Mejor sería decir que ‘mucha gente no se convence por el razonamiento, sino por la emoción y los sentimientos’. No sé cuánta gente, pero los medios de comunicación no facilitan el desarrollo intelectual de sus oyentes. Al contrario, estimulan sus emociones.

En cuanto al sistema educativo, no se estimula el esfuerzo, el mérito y la disciplina. No se enfatiza la argumentación y se procura no decir cosas- incluso en las mejores universidades del mundo- que pudieran herir la sensibilidad de los estudiantes. Mejor dicho, de los miembros de las minorías que están especialmente protegidas. Por tanto, se les trata como flores de invernadero. Otro, ilustre español, Antonio Machado, decía: ‘De diez cabezas, nueve embisten, y una piensa’. No tengo datos sociológicos que confirmen, o no, este altísimo tanto por ciento. Pero, en cualquier caso, propugno que hay que caminar por el difícil camino de la búsqueda de la verdad, de la reflexión, de la argumentación, de los hechos contratados. Es lo que puede evitarnos el caos.